5. Diseño de futuros

5.2. Las leyes de Dator

Las conocidas como leyes de Dator (Jim Dator, 1995) sintetizan gran parte de la teoría y la práctica en la prospectiva o estudios de futuros (Roselló, 2018).

1ª ley. El futuro no puede ser predecido porque no existe

El futuro no puede ser predecido, pero los futuros alternativos pueden y deben ser pronosticados. Así pues, una de las tareas principales de los estudios de futuros es identificar y examinar los futuros alternativos más predominantes que existen en cualquier momento y lugar.

El futuro no puede ser predecido, pero los futuros deseables pueden y deben ser visualizados, inventados, implementados, continuamente evaluados y reproyectados. Así, la tarea más importante de los estudios de futuros es facilitar a personas y grupos formular, implementar y revisualizar sus futuros más deseables.

Los estudios de futuros necesitan preceder y enlazarse con la planificación estratégica, y de ahí con la administración. La identificación de los futuros alternativos, así como la proyección y creación de futuros deseables debe, por tanto, guiar actividades estratégicas subsecuentes, las cuales a su vez determinan la toma de decisiones del día a día por parte de los gestores de una organización.

2ª ley. Cualquier idea útil sobre los futuros debe parecer ser ridícula

Mucho de lo que será característico en los futuros es inicialmente novedoso y retador. Suele parecer a primera vista imposible, estúpido, ciencia ficción, ridículo. Luego acaba siendo familiar y, finalmente, normal.

Las visiones del futuro que suelen popularizarse y tener mayoría de aceptación son normalmente a corto plazo y, en mayor o menor medida, obvias. Si son visiones a largo plazo, de alguna forma están apoyadas en nuestro conocimiento tecnológico actual, por lo que son candidatas a ser vistas como retrofuturismo cuando llegue el día.

3ª ley. Damos forma a nuestras herramientas y por extensión ellas nos dan forma

La tercera ley, que utiliza esta afirmación enunciada por Marshall McLuhan, transmite que el cambio tecnológico es la base del cambio social y ambiental.

La mayor parte de actividad humana se centra en cómo «damos forma a nuestras herramientas», incluyendo cómo hacer y utilizar las herramientas en todas las facetas de la vida, los negocios, el gobierno, la sociedad, etc. Mientras tanto, nuestros comportamientos, actitudes, sociedad y cultura son moldeados inconscientemente por las herramientas y tecnologías que utilizamos. Por ejemplo, la forma en que nos comunicamos, incluso nuestra postura o uso de las manos, ha variado significativamente desde la aparición de los teléfonos inteligentes, hoy usados por un tercio de la población mundial.

Cabe una crítica a esta tercera ley (Roselló, 2018): esta perspectiva y el tecnodeterminismo sobre el futuro, esto es, creer que los cambios tecnológicos preceden y predeterminan el resto de cambios humanos, está en decadencia dentro del campo profesional de la prospectiva (aunque fuera de este, no…), en detrimento de otras perspectivas más críticas, holísticas y de pensamiento sistémico.